“Ahora me toca a mí, ya aprobé todos los exámenes, no tengo más nada que demostrar”, dicen algunos en la madurez, cuando sienten que su carrera profesional ha llegado a la cima e intuyen que es el momento de enfocarse en otras pasiones.
Pero, casi al mismo tiempo, les aparece la inquietud: “¿Y todo lo que aprendí? ¿Y todos los recursos que tengo?”. Y no sólo en lo profesional, sino en la vida y en el trato con la gente.
En esta etapa, gracias al reconocimiento y prestigio adquiridos, con frecuencia les llegan naturalmente nuevas oportunidades. Ahora es el momento de resignificar todo lo aprendido para usarlo a su favor y aportar a los otros y a la comunidad. Se trata de pensar en cómo capitalizar, difundir y multiplicar saberes, experiencias y hasta conexiones valiosas.
La autoestima está firme, los logros también. Se han superado muchos desafíos y experimentado varios cambios a lo largo de la vida. Algunos no sólo se han dedicado a su carrera, sino que formaron alumnos y aprendices que les permiten seguir desplegando la satisfacción de acompañar a crecer a otros.
Hoy exploran la posibilidad de cultivar un nuevo hobby o de aprender algo diferente. Quizá llegó el momento de disfrutar de la vida. Contrapunto delicado y fascinante. Ganas de brindarse a sí mismo, deseo y compromiso de no desechar toda la experiencia adquirida.
Son muchos los que tienen hijos, algunos hasta nietos. Pero estos jóvenes abuelos ya no vienen como los de antes, cuidan chicos, a veces, y juegan con ellos, sólo a lo que les divierte. Ayudan a los hijos, hasta dónde pueden.
Para ellos el legado familiar está garantizado. Ahora se plantean otro legado, el de los saberes y las habilidades profesionales. Tienen la convicción de que vale la pena capitalizar lo adquirido para compartirlo con la comunidad. Este es el momento en que tantos deciden reinventarse.
Conozco a quienes escriben libros o publican artículos en diarios y revistas. Otros, dirigen esas mismas revistas, producen sus propios programas de radio o crean un nuevo proyecto en un ámbito que nunca habían explorado. Están los que lideran o participan activamente en una ONG o se rediseñan como consultores en su especialidad.
¿Un nuevo esfuerzo o una gran oportunidad? Quizás una manera de conciliar ese prodigioso conflicto que acompaña a la madurez. Disfrutar más de la vida y dejar un legado al mundo.
A este perfil, claramente identificable, me gusta llamarlos Vintage Millennials. Son una generación creativa, innovadora y entusiasta. Inquietos que buscan seguir creciendo y aprendiendo.
Están los que, como el economista Sebastián Campanario, hablan de la Revolución Senior. Otros, como el doctor Diego Bernardini, describen la Nueva Longevidad. En tanto, la periodista madrileña Raquel Roca denomina a esta generación como Silver Surfers, profesionales seniors de talento plateado, generadores y receptores de una nueva economía, la Silver Economy. Se los reconoce como surfers porque quieren seguir estando en la cresta de la ola y no aceptan un presente ni un futuro invisible o inactivo.
Los seres humanos estamos llegando saludables hasta los cien años, biológicamente somos diez años más jóvenes. Entramos en una nueva era de longevidad que afecta a todo y en particular al trabajo.
En la Silver Economy, a los de esta generación no sólo se los considera nuevos consumidores sino también, nuevos productores. Al igual que a los jóvenes, se los llama prosumers, ya que no solamente consumen productos pensados para la edad madura, sino que siguen produciendo bienes y servicios. Con gran actividad también en las redes sociales, opinando, generando tendencias, activando cambios culturales.
Nuestra larga vida nos invita a desarrollarnos como trabajadores ágiles, en continuo aprendizaje y a explorar nuevas alternativas con las que hacer frente a una longevidad profesional con la que casi nadie contaba.
Sin embargo, aún sobreviven prejuicios y barreras invisibles que sostienen formas de discriminación laboral. A veces activadas por las empresas, pero otras, por aquellos que no se atreven aún a reconocerse y posicionarse como Vintage Millennials.
El futuro será para las empresas que implementen una buena estrategia de age management, porque contar con el talento silver marcará la diferencia.
Pero no alcanza con la expertise y la experiencia para ser un genuino Vintage Millennial. Los profesionales senior necesitan adueñarse de los nuevos recursos de comunicación y las nuevas formas de compartir sus ideas.
Si queremos que nos escuchen, no podemos seguir comunicándonos con los antiguos formatos, tenemos que adquirir modos de comunicación alternativos e incorporar nuevos lenguajes.
Los profesionales y expertos seguiremos escribiendo papers y libros, dando conferencias y charlas. Pero para ser parte de esta exquisita y diversa generación necesitamos difundir nuestro trabajo en otros formatos de expresión: tweets, textos breves, podcast, videos, posteos en Linkedin, reuniones on line, Webinars y otras herramientas que aún se están gestando. El desafío es descubrirlas, explorarlas y encontrar modos de capitalizarlas.
Para los Vintage Millennials estas herramientas no son exigencias sino oportunidades de mayor alcance, expansión y viralización de sus ideas.
En estas plataformas de comunicación, la imagen junto a la palabra, la voz y sus matices, el humor como una de las formas de la inteligencia, facilitan el encuentro entre las ideas y las personas. También la música, como telón de fondo que invita a la emoción a encontrarse con el intelecto, son parte de la riqueza expresiva con la que se puede llegar mejor a más personas.
El exceso de contenidos y la velocidad de los acontecimientos pueden resultar inquietantes e irritantes, pero también aportan riqueza, diversidad, multiplicidad y la posibilidad de contar con un inagotable capital de conocimientos. Y la alternativa fascinante de encontrarnos en las redes con otras mentes expertas y curiosas.
Hoy los Vintage Millennials se dan el lujo de hacerles un guiño cómplice a los Millennials y Centennials, con los que comparten espacios de trabajo e innovación. Pero también les divierte inspirar a otros seniors para que no se pierdan la oportunidad de participar en la aventura de ser parte activa del presente y diseñar el futuro.